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 27/10/2021

Es necesario actuar ahora para un futuro sostenible, inclusivo y resiliente al clima

Es necesario un cambio de paradigma en la forma de hacer investigación para el desarrollo, ayudarnos a cumplir nuestros objetivos globales de frenar la crisis climática, salvar la biodiversidad y acabar con el hambre.

Cuando trabajé como economista en el Gobierno de Colombia en la década de 2010, dirigí el Estudio de la economía del cambio climático en Colombia, la formulación de la Política sobre Cambio Climático de Colombia y coordiné el apoyo técnico para la Estrategia Colombiana de Desarrollo Bajo en Carbono. Este trabajo ayudó a orientar los compromisos de nación en cuanto a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, en el marco del histórico Acuerdo de París de 2015. 

Pero yo sabía que la investigación de campo (y su implementación) sería clave para que Colombia y muchos otros países cumplieran sus objetivos.

Llegué a CGIAR en 2013, como parte del Proyecto de Investigación de CGIAR en Cambio Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS), en el cual la investigación climática abarcaba de todo, desde la forma en que los cambios en la precipitación afectarán a los productos básicos en todo el planeta hasta estudios efectuados con comunidades agrarias para ayudarlas a adaptarse a los cambios climáticos. 

Los resultados han sido impresionantes y, espero, perdurables. 

La red de territorios sostenibles adaptados al clima ahora se extiende por todo el hemisferio sur y muchos de ellos cuentan con comités asesores locales que comparten información agroclimática con más de 330.000 agricultores. 

El CCAFS, que es liderado por la Alianza de Bioversity y el CIAT, desarrolló docenas de estudios sobre agricultura sostenible adaptada al clima para países y regiones, en términos de agricultura y cambio climático, mitigación de riesgos e inversión. Todos ellos han orientado inversiones de millones de dólares, han mejorado la vida de al menos 10 millones de pequeños agricultores (actualmente estamos recabando evidencia sobre los impactos positivos en la de 25 millones más) y han contribuido en la transferencia de conocimientos sur-sur entre agricultores de todos los continentes. 

Sin embargo, aún queda mucho por hacer. Y lo que se necesita no es nada menos que un cambio de paradigma en la manera en que realizamos investigación para el desarrollo, con el fin de contribuir a alcanzar nuestros objetivos globales relacionados con frenar la crisis climática, salvar la biodiversidad y poner fin al hambre.

Estamos bien encaminados

Al ver lo que el equipo de Acción Climática logró en 2020 con colegas de todo el mundo, es evidente que dicho cambio de paradigma ya se está empezando a dar. 

Las nuevas tecnologías, como drones para detectar enfermedades vegetales, pronósticos climáticos bajo demanda y mucho otros, sin duda conducirán hacia un cambio positivo, como discutimos en un artículo en Nature. Pero es necesario que preveamos impactos negativos del progreso tecnológico, sobre todo la desigualdad, como lo informamos en The Lancet.

Acción Climática y el CCAFS presentaron a CGIAR 16 informes de impacto el año pasado, varios de los cuales cumplían las metas de adopción por próximos usuarios. He aquí una muestra:

 

Asistimos a 8 países en África, América y Asia (incluidos 6 de los 20 mayores emisores de gases de efecto invernadero) a medir, reportar y verificar de mejor manera sus emisiones y cumplir así con los compromisos de reducción del Acuerdo de París. 

Nuestra investigación en África oriental identificó US$130–US$150 millones en nuevas inversiones en agricultura sostenible adaptada al clima en Kenia y Etiopía, en colaboración con el sector privado.

De conformidad con nuestro compromiso de generación de datos de acceso abierto, publicamos un conjunto de datos de 7 terabytes, el mayor de su género, que puede utilizarse para proyectar escenarios de cambio climático a resoluciones tan reducidas como un kilómetro cuadrado.

El nuevo camino a seguir

Algo que no necesariamente se capta en los puntos destacados del año pasado es la forma en que se ha transformado nuestro enfoque de investigación durante la última década. Inicialmente efectuábamos modelos de panorama general y realizábamos ensayos satisfactorios a pequeña escala sin preguntarnos ¿de qué manera este trabajo tendrá un impacto positivo a gran escala? Hoy es impensable no prever "vías de impacto", la ruta a través de la cual nuestra investigación marcará la diferencia.

También hemos comprendido que debemos aprender de nuestros errores. Recientemente, Dhanush Dinesh de CCAFS y sus colegas analizaron los desafíos en la interfaz ciencia-políticas y describieron lecciones para mejorar la interacción entre ciencia y políticas. Esto constituye información importante durante nuestra transición hacia Un CGIAR.

En la próxima década, necesitamos un enfoque de investigación más amplio, más inclusivo y multidisciplinario, tal como CCAFS lo describió en su informe de 2020, Acciones para transformar los sistemas alimentarios en condiciones de cambio climático. Actualmente, dicho informe está siendo utilizado por el Reino Unido, el Fondo Verde del Clima, el Programa Mundial de Alimentos y el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible para orientar su trabajo en transformación de sistemas alimentarios.

Ante la mayor conciencia del papel que desempeñan los alimentos en la crisis climática, "transformación" es algo de lo que todos hablan ahora. Pero se necesita de acción en la transformación para evitar que la temperatura de la tierra se eleve más de 1,5 °C. Aún tenemos una pequeña ventana de oportunidad. No podemos permitirnos el lujo de dejarla escapar.

Fuente: Alliance Bioversity CIAT.

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