La hortaliza de las mil virtudes. La zanahoria, aunque consumida en todo el mundo, es a veces la «gran olvidada», y solo se utiliza como ingrediente complementario de las recetas.

Sin embargo, merece la pena conocerlas más a fondo ya que, además de sus nutrientes, es muy versátil: puede comerse al vapor, cocida, como parte de sofritos o guisos o, incluso, cruda o con un buen aliño.

En Andalucía, su cultivo se concentra principalmente en Cádiz y Sevilla, que abarcan el 69% y el 26% de la superficie andaluza de zanahoria, respectivamente, así como el 74% y el 22% de la producción andaluza de esta hortaliza.

Multitud de nutrientes

Respecto a su composición, la zanahoria es muy rica en vitamina A y carotenoides, así como en minares como el potasio, el fósforo, el magnesio, el yodo y el calcio. Además, tiene vitamina B3, vitaminas E y K y otros nutrientes como folatos.

Uno de las creencias que ha acompañado siempre a la zanahoria es que es muy buena para la vista. Y no le falta razón, ya que su betacaroteno actúa como un compuesto antioxidante que se transforma en vitamina A, también conocida como retinol, que ayuda a que funcione bien la retina. La falta de vitamina A en el organismo puede llegar a ocasionar una enfermedad ocular llamada xeroftalmia, que se caracteriza por la sequedad de la membrana conjuntiva y opacidad de la córnea.

Por otro lado, los alfa y betacarotenos de la zanahoria son nutrientes muy beneficiosos para la salud de la piel gracias a su capacidad antioxidante, que ayuda a prevenir el envejecimiento, reducen la inflamación en caso de lesión y aceleran los procesos de curación.

Adiós al mito del moreno

Eso sí, hay que olvidarse del mito de que las zanahorias ayudan a ponerse moreno. Sí, cambia la tonalidad de la piel, a más anaranjada, gracias al betacaroteno, pero no tiene nada que ver con el moreno, relacionado con la melanina.

No obstante, la zanahoria sí que tiene propiedades diuréticas, por su elevado contenido en agua, y son muy buenas para uñas, cabellos y dentadura.

Por otro lado, si se consume cruda, su contenido en fibra favorece la función intestinal, lo que resulta beneficioso en caso de estreñimiento y, en contra de lo que su sabor dulce puede dar que pensar, tiene muy pocas calorías.​

Fuente: Sevilla ABC​​​